Ví una casa de piedra, bastante deteriorada, que parecía de alguna década del 1900. Su valor comercial hoy es muy bajo, su estilo no se encuentra dentro de las tendencias actuales. Algunos de los privilegiados que pueden elegir prefieren vivir en construcciones ultramodernas y aparentemente llenas de confort, en los cuales no es posible habitar.

Tampoco debemos ser ingenuos, no todas las personas tienen la posibilidad de elegir donde habitar, y la calle es el hogar de varias personas.

Me puse los lentes y al ver aquellas ruinas recordé la casa de la abuela, sentí el aroma de sus jazmines, saboree la pizza que nos hacía con tanto amor y por un momento, sentí su mirada

Entendí que cuando somos niños, no importa el valor comercial de las cosas, sino el amor y las intenciones. Las y los adultos, al ir creciendo, van perdiendo y olvidando aquellos pequeños gestos. Sin embargo, todos y todas guardamos esos tesoros en algún lugar, ¿cómo podemos revivirlos de manera cotidiana?

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