
Me crucé con unos brotes guachos sobrevivientes que emergen del asfalto y viven aunque nadie los quiera allí. Hice una pausa en el ritmo y logré ver que en la casa de al lado, tras las rejas, la señora los había eliminado pero siguieron insistiendo, peleándola desde allí abajo.
Con los lentes reflexioné acerca de la belleza. ¿Qué es lo lindo? ¿Quienes lo determinan? Me gustaron estos yuyos, tan resilientes como poco valorados por no cumplir con determinadas características que la sociedad acordó de manera arbitraria.
Miré los yuyos con paciencia y entendí que son seres vivos, aunque ellos no puedan mirarme. Entendí que a veces las personas cosifican y deshumanizan a las personas en situación de mayor vulnerabilidad, ¿cómo no van a hacerlo con los yuyos?
